Acariciaba las nubes mientras el ronroneo del motor invadía el espacio.
La estela de humo que dejaba trás sí, se mezclaba en el cielo cubierto, tormentoso, y de pronto comenzó a hacer cabriolas. Piruetas en el aire, como si de un baile con las nubes se tratase.
En un momento dado, el ruido del motor cesó. Se quedó en silencio y descendió un poco.
El motor volvió a rugir y remontó en las nubes, haciendo las delicias de todos los presentes.
©MayteVidal @2008