Dejaba oir su trino, escondido entre la frondosa copa de un arbusto.
Sus colores se confundían con las hojas que le rodeaban.
Pero...¡le descubrimos!
Y su recuerdo inmortal se vino con nosotros, escondido en la tarjeta de memoria.
Sony α100, SAL 1870 f/3.5-5.6
© 2008-2009 MayteVidal
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