
Desde su parapeto oxidado, dejaban que el tímido sol acariciara sus plumas, recreándose en su calor de primavera incipiente.
Los trinos de sus congéneres inundaban el parque, dotándolo de vida propia.
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Que preciosidad de foto. No lo puedo evitar, me encantan los gorriones. Muchísimas gracias por pasarte por mi blog.
ResponderEliminarLos gorriones son unos pajarilos muy curiosos, y que por ser tan comunes, poca gente se para a observarlos.
ResponderEliminarGracias por la visita, elfriki.