Voy a mostraros una foto de mi amigo Pablo, que me gusta mucho.
Tal vez pueda provocar un poco de frio, pero es lo que hemos tenido este invierno, frío, mucha agua y... hielo, que es el resultado de esa combinación "explosiva"
El texto, tan solo es un trozo de relato, un pequeño cuento, salido del interior de mi cabeza...
Caminaba pausadamente entre la espesura del bosque helado, envuelto en su silencio, que repentinamente cesó.
Fué roto por la dulzura de una voz cantarina.
Dirigí mis pasos hacia el lugar de donde provenía tan cristalino sonido, y encontré, sentada sobre una roca llena de musgo, a la orilla de un arroyo de aguas danzarinas, a una pequeña ninfa, de aspecto frágil.
De sus labios salía una hermosa melodía, que me dejó ensimismado, mientras peinaba sus cabellos dorados con un peine de cristal.
En algunos momentos, alargaba su brazo, y sus dedos finos rozaban el agua en una sutil caricia, mientras la dulce melodía élfica continuaba brotando de su garganta.
Mi respiración era tranquila, pausada...sentía una paz infinita.
Tal vez pueda provocar un poco de frio, pero es lo que hemos tenido este invierno, frío, mucha agua y... hielo, que es el resultado de esa combinación "explosiva"
El texto, tan solo es un trozo de relato, un pequeño cuento, salido del interior de mi cabeza...
Caminaba pausadamente entre la espesura del bosque helado, envuelto en su silencio, que repentinamente cesó.
Fué roto por la dulzura de una voz cantarina.
Dirigí mis pasos hacia el lugar de donde provenía tan cristalino sonido, y encontré, sentada sobre una roca llena de musgo, a la orilla de un arroyo de aguas danzarinas, a una pequeña ninfa, de aspecto frágil.
De sus labios salía una hermosa melodía, que me dejó ensimismado, mientras peinaba sus cabellos dorados con un peine de cristal.
En algunos momentos, alargaba su brazo, y sus dedos finos rozaban el agua en una sutil caricia, mientras la dulce melodía élfica continuaba brotando de su garganta.
Mi respiración era tranquila, pausada...sentía una paz infinita.
Parecía haber sufrido un encantamiento.
Aún así, mi corazón latía desenfrenadamente por la contemplación de tan inusual escena.
De pronto, la bella ninfa giró su rostro hacia mi, y sus ojos azules, del mismo azul del agua del arroyo, se clavaron en los mios.
Fué una mirada fija, llena de fuerza y a la vez, dulce y alegre.
La melodía que entonaba, cesó un instante, el instante justo en que me dedicó la más bella sonrisa que jamás imaginé.
Ella volvió su rostro hacia el arroyo de aguas cristalinas, y sobre unas ramas que caían sobre él, depositó el peine con el que había estado peinando sus cabellos.
Después, desapareció en las frías aguas, llevándose consigo su dulce melodía.
Cuando por fín salí de mi estado de encantamiento, cogí mi cámara y fotografié el peine que la bella ninfa había depositado sobre la rama.
Era el recuerdo imborrable de lo que había visto allí.
Fotografía: © PabloDominguez
Texto: © MayteVidal
Aún así, mi corazón latía desenfrenadamente por la contemplación de tan inusual escena.
De pronto, la bella ninfa giró su rostro hacia mi, y sus ojos azules, del mismo azul del agua del arroyo, se clavaron en los mios.
Fué una mirada fija, llena de fuerza y a la vez, dulce y alegre.
La melodía que entonaba, cesó un instante, el instante justo en que me dedicó la más bella sonrisa que jamás imaginé.
Ella volvió su rostro hacia el arroyo de aguas cristalinas, y sobre unas ramas que caían sobre él, depositó el peine con el que había estado peinando sus cabellos.
Después, desapareció en las frías aguas, llevándose consigo su dulce melodía.
Cuando por fín salí de mi estado de encantamiento, cogí mi cámara y fotografié el peine que la bella ninfa había depositado sobre la rama.
Era el recuerdo imborrable de lo que había visto allí.
Fotografía: © PabloDominguez
Texto: © MayteVidal
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